La desaparición del antiguo Mar de Tetis, que cubría lo que ahora es Andalucía, creó un paisaje ondulante con un sustrato impermeable, que dio lugar más tarde a multitud de cuencas endorreicas.
La Laguna del Gosque se encuentra en una zona con rellenos detríticos cuaternarios de
importancia. La mayor parte de la zona está ocupada por formaciones postorogénicas del
Mioceno-Cuaternario. El Triásico es el sustrato impermeable sobre el que descansan los acuíferos. Los aportes hídricos de la laguna son principalmente de agua de lluvia y escorrentía superficial, además de un pequeño manantial estacional. La laguna presenta un régimen de inundación entre estacional y semipermanente, con grandes fluctuaciones entre años.

Representa un oasis de resiliencia, a diferencia de multitud de humedales vecinos, la Laguna del Gosque ha logrado desafiar las fuerzas que han diezmado a otras lagunas de interior. En las últimas cuatro décadas, desde 1955, muchas de las zonas húmedas del sureste de Sevilla y norte de Málaga han experimentado un dramático declive. Principalmente por la presión agrícola o la urbanización facilitado por la política de saneamiento que promovió desecaciones
y transformaciones de humedales pasando de espacios vitales a paisajes áridos. Sin embargo, este humedal ha resistido gracias a un factor crucial: la interacción social.
A diferencia de otras lagunas que fueron desecadas, la Laguna del Gosque ha mantenido un vínculo estrecho con la comunidad local. Su uso tradicional como espacio de recreo, incluso para el baño, ha contribuido a su preservación. La población ha reconocido su valor y ha participado en su cuidado, evitando así su desecación por motivos agrícolas.
La Laguna del Gosque se erige como un ejemplo inspirador de cómo la interacción social responsable puede jugar un papel fundamental en la conservación de estos ecosistemas frágiles.

Reconociendo su valor ecológico y la necesidad de preservarlo, la Laguna del Gosque fue
declarada Reserva Natural. Este estatus ha permitido implementar medidas de conservación específicas para proteger su biodiversidad y restaurar áreas degradadas. La colaboración entre autoridades, científicos y comunidades locales ha sido clave para el éxito de estos esfuerzos de conservación.
Con esta protección se garantizaba su supervivencia en un contexto de pérdida generalizada de humedales. Cabe recordar la importancia de valorar y proteger estos espacios naturales, no solo por su belleza y biodiversidad, sino también por el papel crucial que desempeñan en el equilibrio ambiental y el bienestar humano.